SABINA BERMAN / Proceso
El 100% de los legisladores panistas y 95% de los legisladores priistas de 17 estados han votado este último año por criminalizar la suspensión de los embarazos de las mujeres. Qué daríamos por saber que los legisladores pasaron largas y torturadas noches devanando el conflicto ético entre la libertad individual y el respeto a la vida; indagando lo que la ciencia sabe sobre el momento en que un feto cobra conciencia de sí y se vuelve propiamente humano; revisando los porcentajes de horror del aborto clandestino en sociedades represivas.
No nos engañemos. Todavía nuestra clase política no es esa a la que le importa la ética o la ciencia o el bienestar de sus ciudadanos.
Los legisladores panistas recibieron la orden de votar por criminalizar el aborto desde su dirigencia nacional, que a su vez obedeció la interpretación del dogma católico de un Papa ya fenecido. Y del lado de los legisladores priistas, de lo que se ha tratado es de una grosera compraventa: votos por portafolios llenos de billetes; la libertad de las mujeres sobre sus cuerpos a cambio de tajadas multimillonarias del presupuesto federal; obispos amistados a cambio de mujeres encarceladas.
Y como botón de muestra, el caso reciente de Veracruz, donde los hechos son los que siguen.
El 15 de noviembre pasado, Beatriz Paredes, presidenta del PRI, quien había asistido a Veracruz para presenciar el quinto informe del gobernador Fidel Herrera, lo comprometió en un pasillo y ante varios testigos con estas palabras: "Si quieres que salga tu presupuesto de apoyo a los programas del suroeste y los apoyos a los ingenios, instruye para que salgan las iniciativas (prohibiendo el aborto) en el Congreso veracruzano".
El gobernador reiteró la instrucción ya antes girada a sus diputados priistas en el Congreso estatal. Apenas se le resistieron hasta el final dos diputadas. Puede ser que la "instrucción" contradecía demasiado su propia identidad como mujeres modernas y autónomas. Todavía un día antes de la votación, la diputada indígena Bernardina Tequiliquihua, del distrito de la zona de Zongolica, declaró a los medios que estaba en contra de la iniciativa.
Entonces, el gobernador personalmente le pidió a Bernardina que hablara con el arzobispo de Xalapa. El arzobispo y la diputada fueron vistos caminando y platicando lado a lado en el Congreso. El 17 de noviembre, Bernardina Tequiliquihua votó por la penalización del aborto. No así Dalia Pérez Castañeda, única priista que se indisciplinó. Y el arzobispo declaró a la prensa que él no había intervenido en nada.
Bueno, es sabido: La dirigencia del PRI hizo aprobar en el Congreso Federal el presupuesto solicitado por el gobernador Herrera. El sábado 20 de noviembre, apenas tres días después de la votación, el gobernador se reunió con el sindicato de los 32 ingenios de Veracruz, en un festivo evento donde, magnánimo, repartió medicamentos, despensas, anteojos, aparatos para el oído y bicicletas. La prensa local publicó que se confirmaban proyectos aplazados del gobernador para el suroeste, y en la prensa nacional Roberto Madrazo declaró a Herrera como uno de los tres presidenciables para el año 2012.
Eso, mientras las mujeres veracruzanas han quedado sometidas a una ley que las declara enfermas mentales si interrumpen un embarazo bajo cualquier razón (violación, malformación del feto, peligro de la vida de la madre, impedimentos económicos, etcétera) y que las condena a cuatro años de cárcel si reinciden.
La libertad de las mujeres transformada en bicicletas: ésta fue la magia priista en Veracruz.
Pero Fidel Herrera se imaginó que todavía cabía más magia y procedió a la Operación Chen Kai, también llamada Operación Cicatriz o Simulación. Simular: ocultar las verdaderas causas de un suceso. El mismo 20 de noviembre publicó en el periódico Reforma un texto cuyo asombroso contenido se resume en su increíble título: Yo estoy por la DESpenalización del aborto.
Ahora bien, para comprender del todo esta compraventa, quedan algunas preguntas por responder.
¿Quiénes y qué le pagaron a la presidenta del PRI, Beatriz Paredes? Lo único que puede apuntarse es que nunca habrá sido suficiente para pagar su suicidio político. Después de dos décadas de contar con la simpatía de las mujeres del país, hasta ayer su única base ciudadana real, la ha sacrificado. Será en contra de las mujeres que Beatriz Paredes siga caminando por los pasillos del Poder.
Otra pregunta: ¿Quiénes y con qué están pagando esta cruzada contra las mujeres? Por ejemplo, ¿de dónde salen los portafolios llenos de billetes que dos vascos –no es una broma: dos señores vascos– han entregado a varios legisladores en distintos estados donde se aprobó, o aún se discute, una reforma para penalizar el aborto?
Son dos señores vascos a los que se ha visto merodeando alguna iglesia o el Congreso local.
Y por fin: ¿Cuál será el próximo gobernador o gobernadora que caerá en la tentación? De que lo veremos, por desgracia, lo veremos.
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