por Rogelio Ramírez de la O
(publicado en El Universal el 24 de junio de 2009)
Frente a la reducción de la calificación a la deuda pública externa, el gobierno ha vuelto a explorar la aplicación de IVA a medicinas y alimentos. Si bien un impuesto de aplicación general es técnicamente más efectivo que uno de tasas diferenciadas, como es hoy el IVA, en la práctica debe evitarse aumentar la inequidad contra la clase media y la clase trabajadora.
El argumento del gobierno es que el costo de la tasa cero es demasiado alto para la baja recaudación. La estimación oficial es que el erario deja de recibir 163 mil millones de pesos o 1.4% del Producto Interno Bruto (PIB). Estos recursos, dice, los podría destinar a hacer gastos urgentes, como hospitales y escuelas.
Pero este argumento tiene muy poca credibilidad. Vicente Fox recibió ingresos en 2006 superiores a los del último año de Ernesto Zedillo por 1.1 billones, es decir, 6.6 veces lo que aportaría hoy eliminar la tasa cero. No por eso invirtió más. Su inversión física directa en 2006 sólo fue 19 mil millones superior a la de 2006, pero 5% menor después de la inflación.
Entre otros, por eso se dejó de invertir en energía y Pemex tuvo que endeudarse en niveles alarmantes. Tampoco puede decirse que las condiciones de escuelas, hospitales o guarderías hayan mejorado, como se acaba de constatar en el siniestro de Hermosillo.
Felipe Calderón comenzó su gobierno con ingresos de 2.3 billones que tan sólo en dos años subieron a 2.9 billones. Del aumento de 597 mil millones, dedicó 69 mil millones a inversión física directa, es decir, 12%. A pesar de que 40% del aumento provino del petróleo y que gran parte de esos ingresos eran inesperados, no por eso se cuidó de invertirlos en riqueza duradera o en la infraestructura tan largamente prometida.
En efecto, el programa de infraestructura de 570 mil millones prometido no se ve por ningún lado. El gobierno explica que varios de los proyectos tenían inversión privada que no se pudo concretar por falta de financiamiento. Y hoy se propone redimensionarlos a menor tamaño, pero esto es cuando ya pasó la temporada de los altos precios del petróleo y está cayendo el ingreso fiscal no petrolero.
La experiencia no recomienda a los gobiernos del PAN como ejecutores de proyectos de inversión. Sí han aumentado el gasto corriente, pero México necesita menos gasto corriente y más gasto de inversión. Siendo que aportaría 163 mil millones de pesos, no hay garantía de que el gobierno lo gaste bien. En el microcosmos de la delegación Miguel Hidalgo, su delegada Gabriela Cuevas nos dejó ejemplos de dispendio, capricho y caos en zonas residenciales.
Otro argumento de fondo en contra del IVA en medicinas y alimentos es que hoy los trabajadores ya pagan una parte desproporcionada del Impuesto Sobre la Renta. Cuando los salarios representan 30% del PIB y las utilidades 70%, pero los impuestos de los salarios son 50% de la recaudación de Impuesto Sobre la Renta. Y aunque el IVA generalizado se puede aplicar sin mucho problema, eso no es correcto cuando los salarios reciben una parte tan baja del producto, simplemente porque son bajos.
La propuesta de reforma fiscal es contenciosa por la desigualdad social y la evidencia de ineficiencia del gasto gubernamental. Hay opciones, pero proponer aumento de impuestos que golpean más a quienes dedican más de su ingreso a alimentarse y curarse, cuando ya están sufriendo pérdida de empleo e ingreso, es una mala opción. Si no se controla la expansión burocrática, esos recursos serán como gotas en el desierto.
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